San Telmo es el barrio más antiguo de Buenos Aires. Sus edificios estilo colonial, cafés, iglesias y calles hechas en ladrillos, tienen un parecido increíble con nuestro Viejo San Juan. Este parecido fue unas de las cosas que me hizo sentir como «en casa» y que ayudaron a que me acercara a su gente para poder retratarlos y conocerlos mejor.
Aunque mi viaje fue de trabajo, una escapadita al mediodía por las calles de este lugar tan especial, me permitió hacer el tipo de fotos que me gusta y conversar un poco con varias personas. Desde un marinero retirado que se había convertido en actor hasta un niño dándose el gustazo de una Coca-Cola bien fría, todos fueron amigables conmigo, dedicándome algo de su tiempo.
El marinero me contó algunas historias sobre sus viajes, me enseñó el apartamento donde vivía y como ahora actuaba en pequeños papeles de comerciales y películas.
Mientras, en la acera, un niño trataba de impresionar a su amiga haciendo malabares con una bola. Me acerqué lo más que pude para lograr una imagen que pareciera que yo también era parte del juego.
Un poco más abajo, dos hombres, recostados contra una pared, conversaban de algo que nunca me enteré pero que tiene que haber estado muy bueno porque de vez en cuando la risa de ambos retumbaba por toda la calle.
Seguí mi camino y me encontré con esta mujer sentada en una silla, con una escoba en la mano y un cigarrillo en la otra. Me imagino que la agarré en medio de lo que aquí llamamos «un break», porque barrer con el sol y el calor que hacía, no debe haber estado fácil.
Finalmente subí las escaleras de un edificio de apartamentos muy antiguo y al mirar por una puerta que estaba abierta, vi la silueta de un hombre mirando por la ventana pendiente a lo que sucedía en la calle. Me imagino que su hijo era uno de los niños que jugaba abajo y estaba vigilando de que todo estuviera bien.
Viajar es una gran experiencia no importa donde vayas. Para mi conocer un lugar, su historia y puntos de interés es tremendo, pero más tremendo aun, es conocer su gente, sentarse con ellos, conversar mientras te tomas un café y saber que tienes nuevos amigos que quizás algún día volverás a ver.