Cuando tenía 19 años trabajé varios meses con una aerolínea llamada PRINAIR. Aunque el horario de tres de la madrugada a 12 del mediodía no era el mejor, trabajar con una aerolínea que volaba todos los días a varias Islas del Caribe, tenía sus ventajas también.
Aunque dormía cuando todo el mundo estaba despierto y mi fin de semana era los miércoles y jueves, me encantaba mi «único» beneficio. Como empleado, podía viajar a cualquiera de las islas por $3 ida y $1 vuelta, además de un 50% de descuento en todos los hoteles.
¿Mi hobbie favorito? Correr una tremenda Yamaha 175 por el carril izquierdo de Santa Cruz o Saint Thomas todas las semanas, quedarme en un super hotel a mitad de precio y amanecer «pelao» de nuevo el viernes cuando me tocara volver al trabajo.
Ayer, después de mucho tiempo sin visitar Santa Cruz, tuve la oportunidad de ir nuevamente y disfrutarlo por unas 10 horas. Lo primero que hice fue preguntar si todavía se celebraba aquel famoso Tríalo de todos los años, pero me dijeron que no, aunque están tratando de revivirlo. Este super evento, con atletas bien importantes, fue otra de las razones de mis viajes en aquella época. También, las competencias de Hobie Cat de 14′ que ocurrían todos los años.
Santa Cruz es una isla llena de color. Las fotos de este pequeño artículo las hice durante una caminata corta después de almorzar. Dondequiera que uno mira, los colores primarios están por todas partes. No importa lo que retrates, ya sea un mural, la pared de una casa o el interior de un restaurant, el colorido siempre está presente alrededor tuyo, para alegrarte junto al espectacular azul del mar.
La onda de Santa Cruz es super cool. La gente es amable y amistosa. La vida parece ser relajada (o por lo menos la que yo vi). Visitar esta «cajita de colores» en el mar después de tantos años, me despertó las ganas de comprar unos pasajitos y darme un fin de semana de vagancia total con mi familia, ahora que empezó el verano. 🙂