Brincando el charco

Hace unos años tuve la oportunidad de dar un par de viajecitos bien cool donde pisé Berlín en uno de ellos y Venecia en el otro. Ambos fueron oportunidades de esas que probablemente ya no volverán. Los tiempos eran otros, la piña estaba dulce y los presupuestos también.

En uno de estos viajes tuve la oportunidad de filmar en la isla de Murano y darme mi trillita todos los días por los canales de Venecia y en el otro asistí a unos seminarios de estrategia en Berlín junto a ejecutivos y planificadores de Alemania y Rusia (que by the way no eran panas de Trump).

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Hombre camino a su trabajo | Alemania Oriental
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Empleado de fábrica de cristal soplado en Murano
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Tren a Venecia | Italia

Durante estos viajes no había descubierto la magia del color todavía. Me paseaba por todos lados cargando mi Leica M6 con tremendo guille de Henri Cartier-Bresson. Me almorzaba sus libros todos los días y me encantaba leer una y otra vez la descripción del famoso «momento decisivo» que siempre lograba en sus imágenes.

Aunque nunca tuve tiempo en ninguno de estos viajes para salir con calma a tirar mis fotos, siempre andaba con mi M6 encima por lo compacta que era y varios rollitos de película blanco y negro que se podían revelar en químico de color (o sea en Walgreens).

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Bicicletas | Berlín
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Actriz italiana durante receso de filmación | Murano
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Plaza San Marco | Venecia
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Vecinas | Murano

Tirar con película blanco y negro de verdad era otra cosa, pero ya en esa época se hacía difícil encontrar quien la revelara y te la diera en un CD . Luego tenía que sentarme 5 horas en la compu de casa a retocar todas las manchas de químicos que le dejaba el laboratorio.

Aún así, me encantaba tirar película y que me sorprendiera unos días después al revelarla, aunque el proceso era lento y cada vez más caro. La primera vez que tiré digital fue con una Canon EOS 10D de 6.3 megapixels. Recuerdo cuando puse la lupa de Photoshop arriba de la imagen y la amplié todo lo que pude, sin ver un solo puntito blanco de químico ni rayasos en el negativo. Quizás ese día murió el Cartier-Bresson purista que vivía dentro de mi, pero empecé a tener 5 horas adicionales para tirar fotos en la calle y eso era lo que quería.

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Hombre caminando por calles de Venecia
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Tendedera en el patio de una casa en Murano
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Mujer con armónica en Berlín Occidental
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Empleado de fábrica de cristal soplado en Murano

Mis fotos de viajes nunca han sido «fotos de viaje» y mucha gente me gufea por eso. Cuando regreso de algún lugar nunca traigo fotos de un parque o de un monumento famoso, traigo fotos de gente y situaciones que si no las explico, probablemente mis amigos se crean que las hice cerca de casa. Bueno, que voy a hacer, me encanta retratar gente y cosas que son parte de la vida de la gente…eso que le dicen «street photography»:)

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Carlos dice:

    Carlitos pues en mis viajes que incluyen un par de veces a Venecia, yo no tomo fotos pero me tomo cuanta bebida local encuentre mientras hago conversacion con todo aquel que quiera hablarme y/o escucharme,,, no se si llamarle «street talk»…

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    1. Rubin dice:

      Jajajajaja….válido también

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