No hay nada igual como el regalo de luz a esa hora especial que los fotógrafos llaman «golden hour» o «magic hour». Un periodo corto que ocurre durante la puesta del sol y antes de la oscuridad total de la noche, donde la luz es mucho más suave y difusa que el resto del día.
Durante los minutos en que esta maravillosa luz hace de las suyas, hay que estar «ready» y hacer las cosas rápidamente porque en lo que pestañeas un par de veces, dejó de existir. En mi caso, que hago esto mayormente para divertirme, la planificación no es tanta y trato de aprovechar el momento y el lugar donde estoy para añadirle un poco de magia a mi imagen. En algunos casos, donde sí quiero asegurarme del resultado, visito el lugar un par de días antes y uso varias aplicaciones en mi iphone para saber cuando va a ocurrir y cuanto tiempo va a durar.


En el cine la cosa es distinta y la planificación es «al chavo» porque hay mucho dinero en medio de todo el proceso y no tienes margen para fallar. Si fallas, vas a tener que regresar al día siguiente si todavía tienes presupuesto para hacerlo.
Uno de los recuerdos más brutales que tengo de este tipo de luz y de la utilización en general de luz natural para filmar una película es el de «Days of Heaven», del director Terrence Malick y fotografiada por un cinematógrafo llamado Néstor Almendros. En 1979 Almendros ganó el Oscar a la mejor cinematografía por esta película que visualmente es un obra de arte. Leer sobre como Almendros y Malick diseñaron visualmente esta película es una de muchas anécdotas super interesantes que Almendros narra en su libro titulado «Días de una Cámara».


En el mundo de los comerciales de televisión varias veces he participado de proyectos que le han sacado provecho a esta hora del día para que todo sea mucho más lindo. El proceso no es fácil y el «stress»se siente en el set porque de momento ya es de noche y sabes (como se decía antes), «que hay que meterlo en la lata». Pero de verdad que vale la pena que tu comercial no luzca como una empanadilla debajo de una bombilla porque no te quedó más remedio que filmar a las doce del mediodía.


Para alguien como yo, que no cargo con ningún equipo de luces cuando salgo por ahí a «curarme»con mi Fuji, la luz del día es bien importante para lograr lo que quiero. 🙂