El día que mi esposa me regaló mi Fuji X100s no podía esperar hasta el fin de semana para usarla, así que me pasé la mañana pensando donde encontrar un lugar donde almorzar algo bien rico (mi hambre al mediodía es bastante exigente) y que a la vez fuera visualmente interesante como para estrenar mi juguetito nuevo. La solución fue muy fácil…«La Casita Blanca» en la calle Tapia era el lugar perfecto.
No, este post no es para hablar de lo rico que se come en este lugar tan especial, yo creo que eso lo sabe todo el mundo. Como también saben que sus empleados son super cool y que cuando terminas de comer te dan tu «chichaito» (entiéndase un licor de anís con coffee beans).
Este restaurante ha sido uno de mis favoritos por años y la razón principal además de la comida por supuesto, es que no parece un restaurante sino más bien que llegaste a la casa más puertorriqueña, más acogedora y más cool que puedas visitar…una de esas donde después de comer, lo que quieres es darte tu cafecito, echarte en la silla un poco para atrás y filosofar con los amigos y la familia sobre como arreglar el mundo aunque al final no arregles nada.
Pero para entender la magia de la «Casita Blanca» tienes que vivir la experiencia de visitarla así que no te contaré nada más. Lo que si te diré es que fue un party para mi cámara, que ansiosa de demostrarme lo que podía hacer, se volvió loca capturando la textura de la madera, los objetos del pasado, la paleta preciosa de colores que predomina en el lugar y sobretodo, esa luz tan linda que junto a un fresquito rico, entra por las ventanas mientras comes.
Aquí comparto contigo algunas fotos de ese día…el día que mi Fuji conoció lo que es Puerto Rico por primera vez. Desde ese día no me suelta y me pide a cada rato un vueltón por la isla para seguir capturando su belleza. Preséntale Puerto Rico también a tu Fuji, Canon, Nikon y a la cámara de tu celular…te aseguro que todas se van a enamorar.