Ese día tenía que ir a Ponce. La mamá de una compañera de trabajo había fallecido y los actos fúnebres eran allá. Al concluir todo me monté en mi carro para volver a San Juan y me sucedió lo mejor del mundo…me perdí.

Dando vueltas de aquí para allá, tratando de encontrar una salida para San Juan, me topé con la «25 de enero», una calle de unas 40 casas de madera, pintadas de rojo y negro a semejanza del Cuartel de Bombas de esta ciudad. No podía creer lo que estaba viendo, era como un «Disney World» boricua, una calle que parecía el set de una película que sin ton ni son aparecía ante mis ojos.

Mi primera reacción después de salir del shock, fue ver si mi cámara estaba tirada como siempre por algún rincón de mi carro y para mi sorpresa allí estaba. Me bajé y empecé a retratar todo lo que podía. No sabía donde estaba ni que era todo aquello pero definitivamente era algo fuera de lo común.

De repente, la voz de un hombre con su torso completamente tatuado y un beeper enganchado en la cintura interrumpió mi proceso con la acostumbrada pregunta…¿pa’qué son esas fotos pai? y es en ese momento donde me doy cuenta (como siempre me pasa) que no puedo ir por ahí apuntando mi cámara a diestra y siniestra sin primero preguntar.

Con mucha calma y una sonrisa de «yo no fui», le expliqué el hombre que lo que hacía era jugar, que me encantaba la fotografía y que aquel montón de casas rojas y negras simplemente habían capturado mi atención.

Aquella conversación abrió una puerta para que durante 5 sábados corridos visitara la «25 de enero» y que en cada visita este hombre me ayudara a conocer a algunos de los que allí vivian y fueran ellos los que me contaran su historia tan peculiar.

Estas casas, fueron construidas y obsequiadas a los bomberos y familares de bomberos que con valentía combatieron un fuego ocurrido en 1899 y que amenazaba con propagarse y destruir gran parte de la ciudad. Cada casa es igual una a la otra y todas tienen los colores del cuartel de Bombas de Ponce. Todos los años se obsequiaba una mediante un sorteo. Estos sorteos duraron hasta mediados del siglo 20.

Estas fotos son muy importantes para mi, no solo por la historia tan importante que cuentan sino también porque marcaron mi interés por recorrer la isla y contar historias con mi cámara. Además, me trajeron la satisfacción de conocer una comunidad de personas muy buenas. También con estas imágenes, obtuve mi primer premio en un concurso de fotografía, un segundo lugar en la categoría de ensayo «non-professional» en los International Photography Awards,