«Él es un marinero y ella una prostituta». Con estas palabras algo duras el dueño de la barra me describió a la pareja que coqueteaba en la segunda mesa del local. Levanté mi cámara y al ella percatarse, se puso rápidamente al otro lado del cristal. Su reacción fue tan abrupta que no pude evitar enfocarme en ella a la hora de hacer la foto.

El marinero se rió burlonamente por unos segundos y me dijo que ella pensaba que mi cámara le robaría su alma. Otra mujer, sentada en la primera mesa, comenzó a recriminarme el no ofrecerle algún de dinero por las fotos que estaba tomando. El hombre que estaba junto a ella trataba de hacerla callar y me decía que estaba ya muy borracha.

Me encuentro en Ciudad Vieja en Montevideo, Uruguay. No sé que tiene este lugar que la luz es tan maravillosa. Cerca de donde estoy se escucha buena música y gente pasándola bien y el dueño de la barra me vuelve a comentar «eso que escuchá es en el Mercado del Puerto», señalándome con el dedo a alguna parte que no pude distinguir en ese momento.

Caminé un par de calles y entré a este lugar lleno de risas, comida y bebida. El olor a carne predominaba de una esquina a otra dentro de este peculiar edificio inaugurado el 10 de octubre de 1868, una obra encabezada por un comerciante español llamado Pedro Sáenz de Zumarán, junto a un grupo de empresarios y visionarios uruguayos.

Al entrar, una batucada encendía el lugar mientras una bailarina recorría el espacio meneando su cuerpo, montada en sus enormes tacos y luciendo una sonrisa sensual. Este lugar me encanta y se va llenando más y más, como cuando se forma el «party» en las barras del Viejo San Juan.

Aquí en Montevideo a todo el mundo le gusta fumar y la nube de humo combinada con la música, la gritería y un viaje de no se cuantas horas, me piden que me vaya al hotel a descansar. Es difícil dejar este sitio tan peculiar…cada cara que veo es como la de un personaje salido de una película y a todos los quisiera retratar pero tengo que irme ya al hotel…mañana se trabaja desde la hora que sale el sol…a eso vinimos, aunque este lugar me guste tanto y no lo quiera dejar atrás.